Capítulo 7 -Elena

Mark se sentía frustrado, no quería que la semana terminara. Elena se iría pronto, si no es que ya lo había hecho. No es que ella le gustara, pero se divertía molestándola y viendo su cara de desaprobación cuando coqueteaba con otras mujeres. Varias veces ella le preguntó en un tono molesto “¿No sabe el significado de la palabra compromiso?” Mark había reído casi histéricamente por lo irónico de su comentario, ella hablándole acerca de compromiso, cuando se habían acostado…


Cuando había sentido sus labios alrededor de su pene, cuando había comido ese delicioso coño, cuando la había penetrado y había sentido su virginidad romperse como una hoja, cuando le había dado un placer inmenso, cuando se había corrido dentro de ella… -¡Mierda! –Gritó Mark en la soledad de su apartamento. Se había corrido dentro de ella. Eso podría traer muchos problemas, empezando por uno que duraría nueve meses.

La idea de un embarazo por parte de Elena desinfló lo que prometía ser una bastarda erección con tan solo el recuerdo de ellos dos teniendo sexo, y aunque no quería admitirlo, nunca antes se había obsesionado tanto con una sola noche.

Pero si Elena hubiera quedado embarazada ya hubiera sentido los síntomas de un embarazo, así que no tenía por qué preocuparse, lo que tenía que hacer era regresar con Kayla a Los Ángeles y recordar por que la amaba. Varias veces había sido infiel a sus parejas, pero siempre había sido con mujeres mucho más hermosas, y no con una chica del montón. Pero nunca se lo había hecho a ella, y ahora cargaría con eso en su conciencia. Pero para remediarlo le pediría matrimonio esa misma tarde cuando regresara. Sí, todo estaba planeado, una hermosa cena y luego le pediría matrimonio. Se irían a su apartamento y tendrían un fabuloso sexo para celebrar. Las suaves y estilizadas curvas de Kayla le fascinaban, le gustaba verla desnuda porque era la perfección hecha mujer.

Pero las curvas de otra mujer no tan estilizadas pero igualmente hermosas llegaron a su mente. Esos grandes pechos y esa mirada inocente le aseguraban una noche de tierna pasión. ¡Detenlo! Se dijo a sí mismo. No podía pensar en Elena, por el amor de dios. Si tan solo todo fuera un poco más sencillo, él lo podría manejar.

Ellos habían cerrado el trato con la empresa de Elena, todo iba bien, ahora tenía que pedirle matrimonio a Kayla y todo sería perfecto.

***

Esa misma noche Mark fue a uno de los restaurantes más exclusivos de Los Ángeles. Solo lo mejor para su futura prometida. Ella era una chica elegante que no era conquistada con flores baratas y puestas de sol, ella era conquistada por restaurantes caros, joyas de precios descabellados y automóviles de millones. Y bueno, Mark tenía todo eso y más para que ella fuera feliz.

Mark cruzó las manos detrás de su espalda y se dio cuenta de que aun tenia puesto el pequeño anillo de fantasía con el que se había casado con Elena. Lo miró reacio a quitárselo, pero se dio cuenta de que estaba siendo idiota. Eso no contaba. Él pronto usaría uno de verdad, y su esposa también lo haría, la mujer que amaba. O eso se decía a sí mismo. Así que se lo quitó y lo puso en el bolsillo de su pantalón. Su traje iba muy acorde con la situación. Siempre se caracterizaba por ser un hombre formal e inteligente. Y ahora no era la excepción.

Kayla llegó en un auto deportivo diez minutos después. Y cuando bajó, la mirada de todos los hombres que pasaban y los que se encontraban dentro del restaurante se posó en ella, siempre sucedía lo mismo, y Mark ya se había acostumbrado, pero su padre le había dicho que cuando se ama a una mujer, un hombre nunca se acostumbra, siempre se siente posesivo y celoso de lo que es suyo. Pero realmente eso no quería decir nada, él estaba seguro de lo que sentía por ella.

Kayla iba vestida con un diminuto vestido color rojo profundo con un escote pronunciado que dejaba poco a la imaginación, unos zapatos de tacón de aguja también de color rojo adornaban sus largas y morenas piernas, su cabello estaba suelto a la altura de los hombros y sus labios eran rojos como una fresa, ella siempre estaba así, sexy y elegante.

La sonrisa de Kayla creció cuando lo vio de pie esperando por ella en el exterior del restaurante. Y Mark por increíble que pareciera, no sintió ni la mitad de lo que hubiera sentido una semana antes, obvio aun de suceder esa situación con Elena.

¡Deja de pensar en ella!

Kayla lo abrazo sobre los hombros y le dio un beso digno de ese nombre. –Wow, puedo decir que me extrañaste –Dijo Mark tomándola de la cintura para atraerla mucho más. –Te extrañe mucho cariño. –Contestó ella viéndolo con deseo y guiñándole un ojo. –Pero ahora vamos a cenar que después te tengo una sorpresa.

Ambos entraron y les dieron su mesa preferida. Kayla decía cosas acerca de ir de comprar por nuevos zapatos a Paris, por bolsos a Nueva York y ropa en Italia. Sobre el nuevo chisme de sus amigas famosas. Maldita sea si todo no era tan familiar y obsoleto a la vez.

Mark metió la mano en su bolsillo y tocó la caja en la que se encontraba el anillo, y sintió un poco de aprehensión, pero se dijo a si mismo que no había problema, todo era parte de su imaginación. Él en realidad si quería hacerlo. Pronto se casaría con Kayla y todos verían a la pareja perfecta por fin casada.

-Kayla yo… quiero hacerte una propuesta. –Dijo Mark una vez que ella se hubo callado. Sacó la caja que tenía el anillo y la abrió. -¿Quieres casarte conmigo? –Kayla se quedó viendo el enorme diamante por algunos momentos, luego vio a la cara de Mark con gran asombro. Y una sonrisa se dibujó en sus labios y Mark supo que estaba perdido. -¡Claro! Cariño te amo, eres fantástico. Claro que quiero casarme contigo Mark Kazaminsky –Terminó mucho más fuerte de lo que hubiera esperado. Seguramente lo hizo para que todos en el lugar se dieran cuenta de que se iban a casar.

Y como Mark suponía, después de la cena tuvieron un sexo alucinante, pero no tan intimo como lo fue con alguien más.