Capítulo 6 -UNIDOS POR EL DORADO

Alsa estaba orgulloso de sí mismo y de su casa cuando su pareja abría los ojos como platos cada vez que mostraba algo.


Cuando entraron a la cocina, Alsa por poco se traga la lengua cuando vio la exquisita mueca de deleite de su pareja, al parecer al pequeño elfo le encantaba cocinar.

-¿Sabes cocinar? –Preguntó tratando de entablar una conversación cómoda con su pareja, ya que a cada segundo que pasaba la tensión en su entrepierna lo ponía nervioso. -¿Qué si se cocinar preguntas? Por dios, estás hablando con un chef reconocido. –Bufó el pequeño bufón limándose imaginariamente las uñas.

René giró en si mismo para poder observar toda la cocina y por primera vez Alsa vio verdaderamente su cocina. Una habitación pequeña que funcionaba como almacén para la despensa, una isleta de granito en el centro de la habitación, horno de ocho quemadores de acero inoxidable, un refrigerador industrial, también de acero inoxidable, y toda clase de utensilios de cocina con las que un chef podría lucirse.

-¿Te gustaría cocinarme algún día? –Preguntó esperanzadoramente. A René se le iluminó la mirada en cuanto Alsa lo preguntó.

-Esperaba que me lo dijeras. Me encantaría cocinar para todos aquí, hago una lasaña exquisita. –Mientras se chupaba los dedos, René se fue acercando poco a poco a Alsa.

-Grrr, me encantaría probarla. Ahora vamos a la habitación, solo a conocerla, puedo decir eso en mi defensa. –Se defendió Alsa levantando las manos cuando René estaba a punto de protestas. Vaya pillo tenía entre manos.

Caminaban por el enorme vestíbulo, el cual no estaba amueblado no por falta de dinero, ya que eso sobraba para esa y cien vidas más, lo que faltaba era una influencia más delicada para que se encargara de toda la decoración de la enorme mansión que poseía. Pasaban por ahí cuando llegaron enormes risotadas a través de la puerta principal, las que anunciaban la llegada de los guerreros. Por lo menos de unos cuantos de ellos. Los demás se encontraban en Italia, por asuntos relacionados con las manadas de licántropos que se habían estado encontrando muertos por ataques de vampiros. Era bien sabido que los vampiros odiaban a los lobos, pero ya habían llegado al punto de matarlos por placer, y si bien, ese no era problema de un elfo como Alsa, algunos lobos habían sido encontrados en su territorio y había unos cuantos chuchos en su tribu.

-Bueno bebé, prepárate para la primera remesa de familia. –El sarcasmo no se le había pasado por alto a su pareja ya que alzó la ceja en forma de cuestionamiento.

La puerta se abrió dejando entrar a Rocco con el brazo en el cuello de Emyr. –Tendrás que disculparte Emyr –Gritaba Renzo desde atrás moviendo su puño de atrás hacia adelante apoyando directamente la violencia.

Amon solo sacudía su negra cabeza detrás de todo el disturbio. Darius en cambio gritaba desde la parte trasera de Amon. –Claro que Emyr no se disculpará, tu antivirus es una mierda Rocco, si fuera tú tiraría ese cacharro de computadora que tienes si no quieres que un día explote.

-Y si yo fuera tu Darius, mejor no me metía en el problema de esos dos –Contestó Emeris seriamente junto a Falathar. –Amén por eso –Contestó este mientras asentía.

Alsa giró su cabeza para observar a su pareja y se dio cuenta de que los observaba divertido, menos mal que no había tratado de huir al primer indicio de violencia entre los Vigilantes, ellos muchas veces podían ser unos barbaros, aunque en esos momentos solo estuviera la mitad presente.

-¿Qué es lo que tenemos aquí? –Dijo Rocco una vez que se percataron de su presencia. -¿Por eso tanta urgencia de regresar a casa Alsa? Tienes a alguien nuevo esta noche. ¿Qué pasó con ese chico de la otra noche? –René levantó una mano mientras con la otra negaba. –Nada de nuevo chico, no soy un twink ¿sabes? Soy su pareja, y de ahora en adelante el único. Así que se prohíbe la mención de cualquier otro amante de Alsa en mi presencia, ¿bien?

-¡Santa mierda! –Gritó Rocco alarmado. –Es un monstruo del tamaño de la mierda.

-¿Duh?