Capítulo 2 -Unidos Por el dorado

Aldaron Sûl Amras, o simplemente Alsa, no podía creer que había encontrado a su compañero, a su amante, a su pareja, a su todo. Estaba totalmente exultante al respecto. Cuando había empezado la noche, nunca creyó que en una cacería encontraría a su otra mitad.


Había estado patrullado junto a dos de los “Vigilantes”, como se les llamaba, cuando el olor más glorioso que hubiera inhalado llegó hasta él. Era como una tarde de verano en la playa. Era un aroma salado con toques de menta, simplemente exótico e irresistible. Y cuando vio al pequeño hombre sentado en el parque y supo que el aroma emanaba de él, se abalanzó por miedo a que el enemigo lo descubriera, si, sufría un poco de delirio de persecución, pero simplemente no podía evitarlo, nadie le quitaría a esa pequeña y hermosa cosita que estaba segura en el auto.

Se había comportado como un imbécil al dejarlo solo en la camioneta asimilando el hecho de que eran pareja, la urgencia de ir con el chico eran gigantes, las ganas de recorrerlo con sus manos, con sus labios eran extremas, pero antes que todo, estaba el hecho de que lo tenía que poner a salvo.

Cuando su pareja supiera que Alsa era un “Elfo Salvaje” trataría de correr lo más lejos posible. Pero él no lo permitiría, había esperado durante más de doscientos años para encontrar a su pareja, y simplemente no lo dejaría ir. Podría encontrar en su vida más de una pareja, máximo dos o tres, nunca serian malditas orgias inesperadas, todo el asunto de reclamar a una pareja era sagrado entre los elfos, así que no importaba si tenias dos parejas, ambas serian tu vida, y tú serías la suya.

Retomando el hecho de que su pareja correría cuando se enterara de que era un elfo salvaje, era simplemente porque los creían desorganizados, barbaros, simple y llanamente “Neandertal”, su pueblo solía ser muy tranquilo antes de que la guerra estallara en todos los reinos. Pero ahora ellos eran los más sanguinarios si de proteger lo suyo y a los suyos se trataba.

-Maldita sea Alsa, estamos aquí sin hacer absolutamente nada, me estoy aburriendo. Tengo un partido de los Gigantes que ver. –Se quejó Rocco por el radio.

-Cállate Rocco, lo hubieras dejado grabando. –Contestó con una carcajada Darius del otro lado de la línea.

-¿El juego era hoy? Rayos Alsa, si lo supiera, no me hubiera ofrecido como voluntario para esta mierda. –Gritó Renzo casi en el oído de Alsa.

-Si lo hubieras sabido también lo harías, no tenias opción, este es tu trabajo. –Dijo Alsa escondiendo una sonrisa.

Media hora después no habían encontrado nada aun. Los malditos oscuros se habían desvanecido, y era lo mejor, porque él quería ir con su pareja.

-chicos, ha sido todo por hoy, nos vamos a casa, todos muévanse lo más rápido que puedan. –Dijo Alsa por el radio.

-¿Qué diablos te ha picado Alsa? –Gritó Rocco al otro lado.

-Tú solo haz lo que te digo Giovannetti, si no quieres que te corte la cola.

Rocco bufó y contestó –Tú siempre tan racista.

Alsa soltó una gran carcajada y se dirigió a la hummer.

Pasó los arbustos, y los arboles y por fin llegó a la puerta del conductor, dio un gran suspiro y la abrió. Temía que su pareja no estuviera dentro del auto.

Pero el pequeño rubio no lo defraudó. Estaba recostado en el asiento trasero, escuchando música en su IPod. Pero rápidamente levantó la mirada cuando sintió que la puerta se abrió.

Alsa abrió la boca para decir algo, pero el pequeño bastardo se adelanto y lo besó con gran pasión. Lo tomó del cuello y lo jaló más cerca, Alsa solo pudo obedecer. Hundió profundamente la lengua en la boca de su pareja, tentándole, retándole. Y estaba tan duro que no se dio cuenta del momento en el que sacó su pene de sus pantalones.

-Oh si, juega con esto bebé. –Sus gruñidos eran apenas entendibles.

-Dios, es demasiado grande. –Contestó su pareja viendo directamente su pene.

-No demasiado para que no entre en tu glorioso agujero.

Su pareja se alejó rápidamente al otro extremo del asiento, viéndolo fijamente. –Sabes, pensándolo bien, no sé cómo te llamas, no sé dónde vives, y todo eso. No puedo tener sexo con un hombre del cual no sé ni su nombre. –Dijo su pareja después de unos momentos de examinarse las uñas. Parecía tan indiferente, tan… sexy. Si no hubiera sido por el pequeño temblor de su voz, Alsa juraría que no le importaba. Algo estaba sucediendo, y él lo averiguaría lo más pronto posible.

Se sentía totalmente estúpido con su pene aún duro expuesto a la vista de todo el mundo. Ya se escuchaban las conversaciones de los Vigilantes en las cercanías, así que tenía que marcharse lo más rápido posible, si no quería ser bombardeado con preguntas de todo tipo.

-Muy bien pequeño, nos vamos a casa.

Su pareja brincó los asientos y se trasladó al asiento del pasajero. Y lo hizo antes de que Alsa cerrara la puerta trasera y subiera al frente.

-Muy bien pequeño, mi nombre es Aldaron Sûl Amras, pero todos me llaman Alsa, soy el “Rey” de los elfos, no tengo un gran reino, es una pequeña tribu, solo son unas miles de hectáreas. No solamente hay elfos en mi tribu, también tenemos lobos, un damphir, y un vampiro. Ahora dime quien eres tú.

-Muy bien Alsa, mi nombre es René Stamford, estoy en el programa de protección a testigos, me busca la mafia rusa por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero mi nombre real es Laurea Heru. Pero Axo Silmaril tomó su lugar y cuando me opuse él… me sometió a la extracción.

-Es un maldito bastardo. –Gruño Alsa. No podía imaginar cómo un hombre podía someter a otro a ese método tan doloroso. De pronto una luz se encendió en la cabeza de Alsa. -¿Eres del reino Heru? ¿Eres su hijo?

René solo asintió.

-Tenemos que apresurarnos, hay alguien que tiene muchas disculpas para ti, y muchas más explicaciones que darte.