Mark se había enterado de lo que sucedía con Evan Shaw, su socio. Así que había decidido ir a visitarlo al hospital en el que se encontraba. No es que quisiera encontrarse por casualidad con cierta mujer que nublaba sus pensamientos cuando menos se lo esperaba. Ella ni siquiera le gustaba, era solo el recuerdo de aquella noche tan loca que vivió. Siete perturbadores meses habían pasado desde que todo sucedió, desde que le dijo a Elena que solo era diversión, siete meses desde que estaba comprometido con Kayla. Le estaba dando largas al compromiso, él lo sabía. Pero no lo quería admitir. La palabra con A, aun no salía de sus labios, y no se sentía correcto casarse con Kayla sin antes decirla, así que simplemente posponía la fecha. Todos sabían que sería en el otoño, pero no sabían que día. El tiempo se le estaba terminando. Kayla había dejado claro que su boda seria en tres semanas, así que estaba seguro que todo el mundo estaba enterado en ese punto. Bueno, no es que pudiera hacer algo. Las invitaciones estaban en la imprenta, solo para amigos cercanos y familiares. Algunos cincuenta amigos por parte de Mark y los otros quinientos cincuenta amigos cercanos de Kayla. Estaba inmerso en sus pensamientos cuando sintió un fuerte golpe en la parte trasera de su auto. El impacto hizo que su brazo izquierdo golpeara con la puerta haciendo que se torciera en un ángulo extraño, cuando trató de ponerlo bien de nuevo, un feo crujido llegó a sus oídos seguido de un dolor horrible. Aulló de dolor cuando sus lágrimas salieron. No lloraría, él era un hombre, pero que el infierno se congelara, el dolor era insoportable.
-¡Madre Teresa de Calcuta! ¡A la mierda con esto! ¡Perdí la jodida virginidad hasta los veinte! –Un hombre se acercó a la ventanilla del pasajero del auto con una gran sonrisa. –Amigo, lamento mucho lo de tu auto, ahora mismo llamo al servicio de ambulancias. No te preocupes, ¿tu brazo está bien?
Mark giró el rostro hacia el tipo, ¿Cómo en su puta vida se atrevía a hacer ese tipo de pregunta? –Vete a la mierda, maldito bastardo, duele como una jodida. Ahora llama o llévame al jodido hospital.
El bastardo incluso sonrió mas, y eso hizo que el dolor de Mark se intensificara, pero se dio cuenta que había movido su brazo, esa era la razón.
-Tranquilo amigo, te dije que lo siento… una cosa más, nadie en la autopista desea saber cuándo perdiste tu virtud, dulce bombón.
Pero cuando estuviera fuera de esto, Mark mataría al hombre, o por lo menos trataría.
Quince dolorosos minutos después llegó la jodida ambulancia, si pudiera, él apalearía a todos los malditos paramédicos, pero sabía que no era correcto, él era una persona inteligente en los negocios y con las mujeres… bueno, la ultima parte estaba en trámite, no estaba muy seguro sobre eso, pero era inteligente en los negocios, eso tenía que contar. Y no podía rebajarse a los golpes.
-Le daremos un poco de Vicodin para el dolor, pero será una pequeña cantidad, tenemos que llegar al hospital y ver que dice el médico. –Dijo un paramédico.
Mark solo asintió en medio de todo su condenado sufrimiento. Pero logró ver una sonrisa burlona en los labios del chico. -¿Sabe? Usted es muy quejumbroso para ser un gran hombre, ¿nunca se lo han dicho? Mujeres diminutas pasan partos difíciles sin inmutarse, y aquí está usted, llorando como un chiquillo por una fractura de brazo. –Comentó la chica que estaba a su lado.
-Como no eres tú la que sufre… -Se defendió Mark cuando le suministraban el medicamento.
La chica solo giró los ojos y continuó con su tarea.
Los pocos pero críticos minutos que duró el viaje, le parecieron una eternidad a Mark, el cual no era muy amigo del dolor. Siempre se quejaba sobre ello. Y nunca se avergonzó de eso, hasta ese día. Definitivamente estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua. Debió de dedicarse a la actuación, era guapo, atractivo, y bueno, también era muy dramático. Definitivamente el medicamento estaba haciendo efecto.
Lo transportaron dramáticamente en la camilla hasta el interior del hospital con Mark quejándose como una niña, una vez dentro el médico lo recibió con una sonrisa burlona. –Señor Kazaminsky hace años que no lo tenía por aquí. –Dijo el doctor Landre Saetón, el cual era uno de sus amigos más cercanos. –Calla Landre, ¿no ves que estoy sufriendo? –Gimió Mark.
-Lo que pasa es que eres una chica quejica, nunca había visto a un hombre prácticamente llorar por un brazo fracturado…
Una hora más tarde Mark había tenido suficiente con las burlas de su amigo, pero gracias a dios ya había terminado. –Bueno Mark, toma este medicamento para el dolor cada seis horas. No antes, ¿me entiendes? No te quiero drogado. Lo tuyo ni siquiera es una fractura, solo una fuerte torcedura, así que en menos de dos semanas estarás como nuevo.
-Si mamá, comprendo lo que dices… -Respondió este, sarcásticamente por supuesto. –No me dopare, no me drogare, no tendré sexo con ninguna chica sin protección. ¿Alguna otra cosa que se me olvide? –Bien, los medicamentos definitivamente estaban haciendo efecto.
-Ninguna, pero enserio, ten cuidado con las dosis. –Dijo el médico poniéndose todo serio, todo profesional.
-Te lo prometo amigo. –Dijo Mark poniéndose de pie y caminando con su cabestrillo en el brazo.
Salió lo mas dignamente con la risa de su amigo tras él, estaba a punto de salir del hospital cuando escuchó una fuerte voz, –Tranquila quería, nuestros bebés estarán bien. –Mark giró el rostro hacia la voz, tal vez la mujer necesitaba ayuda. Pero lo que se encontró lo dejó fuera de juego durante unos momentos, malditas coincidencias. Aunque él estaba buscando la coincidencia, no esperaba verla de esa manera.
Al otro lado de la sala se encontraba la mujer que había estado en su mente durante sus momentos bajos, en los que se permitía imaginar, momentos en los que se relajaba. Inexplicablemente esa mujer ocupaba el sesenta por ciento de sus pensamientos.
Pero al parecer él no ocupaba los de ella. Porque había dos hombres con ella. Al parecer no era una chica conservadora y mojigata después de todo.
Como ya lo había visto, no le quedó de otra más que acercarse al grupo que se encontraba reunido. –Señorita Carson… un gusto verla nuevamente –Ella no podía estar más hermosa que en ese momento. Su cabello era de un negro profundo. Definitivamente para recordar, y sus formas redondeadas, las cuales recordaba a la perfección, ahora estaban adornadas por las curvas de una mujer embarazada. Si, ella estaba muy hermosa, pero nunca lo diría en voz alta. Parecía tan lejano aquel día en el que se pregunto cómo sería la gerente general de Firbuk´s Company, pero buen Jesús, así era, siete meses. Y él lo había averiguado a fondo.
La charla que mantuvo con ella fue tensa y llena de veneno. Ella lo odiaba, tenía mucha razón en hacerlo, él también tenía un sentimiento similar hacia ella, pero era porque no salía de sus pensamientos. No pensaba en ella constantemente, pero cuando lo hacía todo su mundo se difuminaba y la sangre se iba de una cabeza a otra. Porque sus curvas eran perfectas. No sabía hasta aquel día, que su tipo de mujer era de caderas más anchas. Pero ahora se casaría con una súper modelo, y no podía quejarse, Kayla era hermosa, pero no tenía de donde sostener. Sus exuberantes pechos eran demasiado grandes para su pequeña cintura. Sus piernas valían medio millón de dólares. Su rostro tan exótico lo embrujaba. Pero todo eso lo conocían todos los hombres del mundo. Su prometida había posado para una revista para caballeros.
-…Tiene mucha razón. Ahora iré a ducharme a mi hotel, pero regresare por aquí en unas horas, quisiera estar alrededor por algún tiempo. –Decía Mark, no sabía cómo había llevado el hilo de la conversación y parecer tan insolente con todas las cosas que pasaban por su cabeza.
-En realidad no tiene por qué hacerlo. Nosotros cuidamos muy bien de Evan. Además usted tiene una boda que planificar. –Esa mujer estaba destilando veneno, y Mark lo estaba disfrutando enormemente. Era tan malditamente sorprendente, muy diferente a aquella tarde que habían pasado juntos. Pero él no tenía que quedarse atrás, tenía que dar un poco de si también.
-No se preocupe por mi boda, que Kayla, mi prometida, lo está llevando bien. Me preocupo por mis socios, aunque usted no lo crea señora. Ahora si me disculpan, iré a descansar un rato. –El rostro de Elena pareció imperturbable. Ella definitivamente lo había olvidado. Nunca sintió nada por él. Ella era una mujer fría. ¡Si cómo no!
Bien, si ella había olvidado esa noche, él no tenía por qué recordarla.
Se despidió de todos y salió del hospital. Pero se dio cuenta de que su coche había quedado a cargo de la policía, así que tenía que pedir un taxi. Por su coche se preocuparía después. Ahora quería descansar.
Tomó un taxi, y el joven era un poco alocado pero con buen gusto. Le dio la dirección del hotel y fue todo el camino escuchando a My Chemical Romance, y pronto Mark se encontró cantando con el chico la canción Teenagers.
-¿Cómo te llamas? –Preguntó Mark sobre el ruido de la música.
-Mi nombre es Loren. ¿Tu cómo te llamas?
-Mark Kazaminsky.
-Un gusto conocerte Mark, aquí tienes mi numero, por si necesitas transporte mientras estas en Nueva York. –Dijo este pasándole la tarjeta por la separación de plexiglás. –Muchas gracias Loren Ramos.
-De nada chico. Bueno, ya hemos llegado a tu hotel.
-Gracias por todo, la buena música y el viaje. Aquí tienes. –Los ojos del hombre se abrieron como platos, cuando vio los doscientos dólares. –Hombre el taxímetro solo marca diez.
-Lo demás es por la ambientación. –Dijo guiñándole el ojo.
-Muchas gracias hombre, el siguiente va por la casa.
-Como digas amigo. –Mark salió del auto y caminó tarareando hasta las puertas del hotel. Pero su alegría murió cuando el shock de lo que había sucedido llegó a él. Elena estaba embarazada y casada con dos hombres. Eso no podía ser. -¡Dios mío! –Él había acabado con su virginidad, y ella ahora estaba con dos hombres. Los cuales le habían hecho muchas más cosas de las que había hecho él. Lo cual lo llenó de una rabia posesiva. E inmediatamente odió a esos dos hombres. Loco pero cierto. Simplemente no lo soportaría, ella ni siquiera le gustaba… mucho.
Llegó a su habitación y se ducho lo mejor que pudo, su brazo dolía con un pequeño movimiento, lo imposible estaría en ponerse el pantalón y su camisa. Cuando salió de la ducha casi se traga la lengua del susto cuando vio a Kayla desvistiéndose. -¡Jesús! Kayla me diste un susto de muerte.
Paró los movimientos de sus manos durante unos momentos solo para admirarlo. –No era mi intención hacerlo cariño. Quería darte una sorpresa. –Dijo ella mientras se acercaba lentamente hacia él. Pero se detuvo cuando vio que Mark sostenía su brazo izquierdo. -¿Qué sucede cariño?
-Tuve un pequeño accidente y me lastimé el brazo, no te preocupes no es nada grave. –Ella no era muy rápida cuando de situaciones delicadas se trataba. Solo era rápida quitándose la ropa cuando había dinero de por medio, pensó amargamente Mark. Penoso pero cierto.
Kayla se quitó el sostén que aun estaba en su lugar y llegó hasta él quitando la toalla de sus caderas. -¿Quieres que te cure? –Preguntó mientras tomaba expertamente su pene. –No lo sé Kayla. Tengo que ir al hospital a ver a un amigo. –Vamos cariño, quieres esto tanto como yo. –Pero Mark ya no quería nada, y el pensamiento lo sorprendió en cierta medida, él ya no sentía lo mismo hacia Kayla, hace unos meses él estaba locamente enamorado de ella, no dejaba de pensar en ella todo el día, ahora… ahora otra mujer, la cual no lo quería, cabe mencionarlo, era la que ocupaba sus pensamientos, pero bueno, ellos se casarían y tenía que poner lo mejor de sí para que algo bueno sucediera de ello.
-Kayla, en este momento no quiero, estoy cansado y preocupado. –Dijo apartando la mano de su pene.
-¡Mark! ¿Qué está sucediendo? Cuando lo menciono tú siempre tienes ganas.
-Sí, pero no esta vez. –Ella caminó de regreso a la cama y se sentó en la orilla abriendo ampliamente sus piernas. – ¿Ni siquiera esto te da ganas? –Peguntó ella mientras se tocaba a si misma entre sus piernas. Eso para Mark era degradante, ofreciéndose a sí misma por algo que no valía la pena, él en ese momento no valía la pena. Estaba pensando en otra mujer. A la cual había humillado en más de una ocasión.
-Kayla, no tengo ganas, por favor compréndelo, lo que quiero es dormir. –Caminó hasta el otro lado de la cama, pero no se acostó, pensándolo mejor, solo se cambiaria e iría al hospital un rato. Le había tomado tanto tiempo ir, ahora no podía dejar de pensar en hacerlo.
-Mejor ayúdame a abrochar el botón de mis pantalones, no puedo hacerlo yo solo –Dijo una vez que se los hubo puesto. Para ese punto, Kayla tenía su ropa puesta nuevamente, y tenía una cara de disgusto. Pero Mark no podía complacerla siempre.
-Solo esta vez me vas a hacer esto Mark Kazaminsky. Pero cuando estemos casados te amarre de la cama si es posible y abusare de ti. –Las palabras de Kayla mandaron una ola de duda e inseguridad a través de él. Y un estremecimiento lo recorrió pero Kayla, como siempre, lo mal interpretó. –Se que la idea de que te amarre y abuse de ti te calienta. No te preocupes pequeño niño, te gustara. –Mark no dijo nada, en cambio. Lo único que quería hacer, era correr del maldito cuarto y alejarse de Kayla durante unos días para aclarar los pensamientos que corrían por su mente. De pronto se estaba cuestionando su relación con ella. Eso no podía ser posible, no era justo para ella ni para él.
-Vayámonos entonces. Tenemos que ir a ver a ese amigo tuyo.
¡No puede ser! –Marchémonos. –Contestó a cambio.
1 comentarios:
AHH!!! por dioss estee hombree es tontoo o quee!!! aparte es ovbioo que estaa re celosoo con eso de que piensa que Elena esta con otros dos hombress y a Kaila no la ama yaa a mi me parece que ni la aguantaa!!!! asii que esperoo que cuantoo antes suspendaa ese casamientoo y se sinceree tambien con el mismooo por dioss es quee no quieree admitirr que a el le gustaa muchisimooo Elenaaa!!!!! ahhhhhhhhhh mee poneee locaaa jaajjaj!!!!!
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