Loca y caliente navidad Prólogo, Capitulo 1 y 2

lunes, 2 de enero de 2012
Hola mis niños. Feliz año a todos primeramente.
En una entrada anterior dije que hoy lunes 2 les iba a subir el libro navideño completo, pero con todas las fiestas y el trabajo me va a ser imposible subirlo completo el dia de hoy, por que la portada apenas la estoy diseñando y me falta el ultimo capitulo...
Pero para que no se aburran cada vez que entran a mi blog x que siempre ven lo mismo, les dejare el prologo, capitulo 1 y 2 de esta historia. dije que no se las subiria en capitulos tampoco, pero bueno, es que no lo tengo completo y no queria dejar sin actualizacion el blog... los quiero y espero que me comprendan.

PRÓLOGO

Mayo 2005


-Señor, disculpe señor. –Gritaba una chica que corría en tacones de aguja hacia Trevor Landers. Era una chica linda, pero un poco pasada de peso. Nada su tipo.

Trevor se giró del todo hacia la chica que corría como una fiera hacia él, -¿Si? –Preguntó de manera indiferente, como lo hacía con sus malos empleados.

-¿Puede llevarme? No soporto esta fiesta. ¿Por favor? –Al parecer la chica estaba igualmente aburrida que él en la fiesta de un magnate de setenta años. Solo por eso, casi, casi le agradó. –Lo siento señorita, pero no llevo a personas desconocidas.

-Mi nombre es Carly Shepard, soy de la Universidad de Santa Mónica. Mucho gusto en conocerlo –Dijo extendiendo la mano.

Trevor levantó una ceja ante la mujer. -¿Qué haces tan lejos de Santa Mónica? Por si no te has dado cuenta estamos en Texas.

Ahora fue el turno de ella de levantar una rubia ceja. –Se eso señor…

-Landers. –La ayudó Trevor.

-Correcto, se eso señor Landers, estoy haciendo un tour por el estado como parte de una investigación.

-¿Estar en fiestas de personas desconocidas es parte de una investigación? –Trevor la estudió más detenidamente, era una chica rubia con ojos verdes, sus curvas no eran delicadas y pronunciadas. Ese vestido rojo que portaba no le quedaba muy bien, y menos con tacones de aguja.

-Mire señor Landers… ¿me dará un raid o no?

Trevor solo se encogió de hombros –Esta bien, pero quiero decirle que la dejare en alguna carretera adyacente o algún hotel. No tengo planeado manejar hasta donde se dirija. Estoy muy cansado.

Se acercaron a su auto con un molesto sonido de tacones tras de Trevor. Lo mejor de todo es que por la noche aliviaría su estrés con Tatiana. Su nueva amante.

Una pequeña gota cayó en su frente, y levantó el rostro al cielo nublado. Todo le podía pasar, pero lluvia no. Maldijo frustrado y se apresuró a poner la capota del auto con unos ojos verdes viéndolo de cerca. Como midiendo sus movimientos.

Al parecer no la podría dejar en alguna carretera adyacente como había planeado.

***

Llegaron a una casa grande y hermosa cuando la lluvia estaba azotando. Quien lo diría, lluvia en mayo y en Texas. Maldito calentamiento global. Maldijo Carly en su mente.

Se mordía el interior de su mejilla para no gritar de frustración, había ido a la fiesta solo para enterarse un poco más sobre el negocio petrolero. Ella como profesora de administración debía de estar empapada de cualquier tema, y la inversión petrolera era en realidad un misterio para ella.

-Al parecer tendrá que quedarse esta noche en mi casa señorita Shepard. Está lloviendo mucho y no podre conducir y usted no se puede ir caminando. –Dijo con disgusto el hombre que la había ayudado no de muy buena gana. Su tez morena y esos ojos azules que opacaban todo a su alrededor la dejaban temblando, los hombros anchos y qué decir de todo lo demás… pero lo más impactante eran esos ojos con las pestañas más largas que Carly hubiera visto, podría haberse visto femenino, pero no era así, lo hacía ver atractivo. Y esos labios gruesos y cincelados… ella quería derretirse en sus brazos.

-¿Hola? –Dijo el señor Landers mientras pasaba una mano frente a su rostro. Cosa que hizo que Carly se ruborizara. –Genial, lo que me faltaba –murmuró el hombre.

-¿Qué cosa? –Preguntó ella cuando se hubo recuperado.

-Una mujer que se queda muda ante mí, aunque la verdad no me parece nuevo, todas las mujeres me aman a los diez segundos de conocerme. –Carly abrió la boca y la volvió a cerrar en el momento. ¿Qué podía decir? Era cierto, pero ella tenía que defenderse. –Está usted muy seguro de su masculinidad y de su buen parecido señor Landers, ¿pero acaso usted no pensó que yo pudiera estar viendo su mala actitud?

-¿Sabe usted que está en mi casa? –Preguntó el hombre con aire de superioridad.

El enojo de Carly estaba por los cielos, ¿en qué demonios había pensado cuando le pidió ayuda? Bueno eso se terminaría. Se dio la media vuelta y regreso por donde había entrado.

-¿A dónde cree que va? ¿No ve que está lloviendo allá afuera? –Gritó Landers desde el porche de la gran e inmensa casa. Carly en cambio siguió caminando bajo una muy fría lluvia, pero en gran parte reconfortante, el calor de Texas la había estado matando. Aunque no era muy diferente a Los Ángeles, La universidad y todos los lugares calurosos en los que había vivido.

Su enojo era tanto que no le importó dejar sus odiosas zapatillas de tacón de aguja atrás. Lo que importaba era marcharse a no sabía dónde, el hotel en el que se quedaba estaba a kilómetros de distancia, no traía no centavo encima por tonta. Todo su dinero estaba gastado, solo quedaba para su vuelo de regreso a casa.

-Prefiero soportar la lluvia, a quedarme en una casa en la que no soy bienvenida. –Dijo mientras caminaba más rápido. Pero la tonta de Carly, como en las películas de terror en las que se cae la rubia exuberante, cosa que ella no era para nada, ella cayó de bruces en el fango, y terminó con el vestido rojo, el cual estaba empapado, lleno de barro. Y qué decir de su cabello, rostro y demás partes de su cuerpo.

Para su mayor humillación, desde la casa se escuchó el retumbar de una gran carcajada. –Maldita sea mi suerte… -Murmuró ella con las mejillas rojas.

Tenía que marcharse de la mirada y risa burlona inmediatamente, pero con lo sucia que se encontraba nadie le ofrecería un aventón hasta su hotel.

Trató de levantarse del fango, pero su vestido no cooperó y de nuevo cayó, pero esta vez rompió su ropa en el proceso. -¡Fantástico! –Gritó sarcásticamente.

-Venga, déjeme ayudarla. –Dijo el sujeto aguantando la risa y con lagrimas corriendo por sus mejillas combinadas con las gotas de lluvia.

-¡Suélteme! Puedo hacerlo sola.

-Claro que no puedes hacerlo sola, y tu bien lo sabes. Ahora no te hagas la dura y toma mi mano. –Carly no pudo hacer otra cosa que obedecerlo, tenía que hacerlo si quería Salir de la situación tan embarazosa.

Juntos lograron que Carly quedara de pie, pero con la falda de su vestido totalmente destrozada, y sus piernas desde su muslo quedaban al descubierto. ¡Genial!

-Vamos a la casa para que pueda darse un baño, pero su mi ducha de daña, tendrá que repararla.

Carly no dijo nada, su orgullo femenino estaba herido a proporciones épicas, nunca en toda su vida le había sucedido algo así.

Caminó como pudo hasta la casa, sin preocuparse de limpiar sus pies antes de entrar, aunque lo hubiera hecho, su vestido y toda ella era un lio, así que no se preocupó por ello.

El señor Landers la llevó hasta la habitación de huéspedes que estaba al final de un caramente decorado pasillo en la planta alta, la cual también estaba exquisitamente decorada, pero de un mal gusto para Carly, ella prefería algo más sencillo y no tan ostentoso como el señor Landers.

-En un momento regreso con algo para que puedas ponerte. Cenaras algo y mañana podrás marcharte.

-Es lo que quiero, gracias. –Contestó Carly bajando la mirada. Repentinamente se sentía muy tímida. Maldita sea, si ese hombre no era atractivo.

El señor Landers se marchó por donde había llegado, dejándola a ella viéndose en el espejo, realmente estaba hecha una mierda. Como se veía últimamente



***

Trevor dejó a la rara chica en el baño y se dirigió por algo de ropa a su habitación. Pero cuando sacó la ropa de algunas de sus chicas, se dio cuenta de que nada de lo que había allí le quedaría e ella.

-Mierda… -Murmuró, ya que nunca se había dado cuenta que solo elegía a las piernas largas, abdomen plano, rubias y huecas chicas de sonrisas falsas adictas a la lechuga.

Dejó la ropa en su sitio y se dirigió a su armario, allí encontró camisetas deportivas de la universidad y unos shorts que le desagradaban por ser demasiado cortos para un hombre, pero para una chica estarían genial, claro una chica con su anchura, pero bueno, al parecer había encontrado a una.

Se dirigió al baño con la ropa en la mano, y tontamente se le ocurrió abrir la puerta, pero lo que se encontró adentro no le desagradó para nada. Todo lo contrario.

Una Carly Shepard completamente desnuda con sus ojos cerrados quitándose el fango con jabón en mano, era totalmente erótico. Sus pechos eran delineados por el jabón que caía de su cabello, los pezones de color rosado estaban en punta por el frio aire de la ducha, y qué decir del nido de rizos rubios entre sus piernas.

En algo él tenía razón, siempre elegía a las chicas rubias.

Debió de haber hecho algún ruido, porque Carly abrió los ojos rápidamente y soltó un grito ahogado. Buscó algo con que cubrirse, pero Trevor quitó la toalla y la dejó fuera de su alcance.

-S-señor Landers por favor, deje cubrirme. –Su rostro estaba rojo como una manzana, pero sus pezones aun seguían duros y excitados, a ella realmente la estaba poniendo cachonda la situación.

-Shhh, te ayudare, deja que te cuide. –Dijo Trevor mientras se quitaba la ropa y se metía en la ducha junto con ella. Quizás eran las ganas de liberarse del estrés lo que lo llevó a meterse en esa ducha, o fue simplemente ganas de hacerlo.

Se puso detrás de ella y quitó el jabón de su mano, empezando con un ligero movimiento sobre sus pechos, acariciándolos en el proceso, ella solo hacia pequeños sonidos, los cuales tenían muy duro a Trevor, y se lo hizo saber cuándo se apretó a su trasero y dejó que sintiera todo su pene. –Señor Landers…

-Maldita sea si no me pones más duro cuando dices mi apellido de esa manera tan inocente. Pero prefiero que me llames Trevor, solo Trevor cariño.

-Trevor… -Murmuró Carly cuando él metió la mano entre sus piernas y la acarició.

-¿Quieres que te folle Carly? ¿Eso es lo que quieres?

-Maldita sea si no es lo que quiero. –Gritó ella cuando Trevor metió un dedo profundamente en su coño.

-Entonces lavémonos y salgamos de aquí.

Juntos se lavaron y se conocieron mutuamente, mientras ella tomaba su pene, él chupaba sus pechos.

Salieron de la ducha con Trevor aun detrás de Carly con su pene metido en la grieta del trasero de ella.

-Me está empezando a fascinar el ver mi pene en tu trasero cariño. –Carly soltó una risa tonta y se giró hacia él.

-A mi me está empezando a fascinar que tu metas tu dedo dentro de mí.

Trevor gimió audiblemente -¿No te gustaría que en lugar de mis dedos fuera mi pene?

-¿Esa cosa tan grande? No creo que entre en algo tan pequeño como esto. –Dijo Carly con fingida inocencia mientras se tocaba ella misma.

-Te lo has ganado por ser niña mala y tentar al Señor Landers. –Dijo Trevor mientras la empujaba hacia la cama y abría sus piernas, dejándola totalmente descubierta ante su mirada hambrienta.

Trevor la admiró durante unos momentos dejándola ansiosa, pero no demasiado tiempo, porque él también se moría de ganas por saborearla.

Bajo rápidamente la cabeza y hundió profundamente su lengua en ella. Lamio, chupó y mordió hasta que Carly se dejó venir en un orgasmo tan fuerte que Trevor creyó que ella desaparecería por combustión espontanea.

Si ella lo tomaba en su boca, Trevor estaba seguro que no lo soportaría. Así que dejó que se recuperara solo unos segundos del poderoso orgasmo y se metió profundamente en ella.

Su ritmo era desenfrenado y Carly lo recibía completamente, Trevor estaba en una especie de transe, del cual se libraría solo con un gran y desahogado orgasmo.

-Trevor… más rápido. –Las palabras de Carly apenas se escucharon ante el sonido de golpear piel con piel. Pero aun así, el saber que la estaba llevando a la locura, envió a Trevor al borde.

Trevor se dejó caer en el abismo del placer con Carly junto a él.

Después de lo que pareció una eternidad, pero en realidad solo fueron unos pocos segundos, ambos estaban tratando de recuperar el aliento, con Trevor aun enterrado profundamente dentro de Carly.

-¡Dios! Eso fue fantástico. –Dijo ella mientras se acercaba un poco más a Trevor. –Ni que lo digas cariño. ¿Quieres el segundo round?

-Me parece perfecto. –Gimió Carly cuando Trevor la estaba tocando.

Tuvieron sexo tres veces esa noche, la cena quedó descartada, cuando el amanecer estaba por llegar quedaron completamente vencidos por el cansancio y durmieron en los brazos del otro.

***

Carly despertó sintiendo todo su cuerpo dolorido, pero el dolor era bueno, muy bueno a decir verdad.

Se estiró en la cama y sintió vacio el otro lado, en el que se suponía tenía que estar Trevor.

Se levantó sintiéndose la mujer más feliz del planeta y se vistió con la ropa que estaba en la cómoda. Salió de la habitación mientras tomaba su cabello en un moño flojo y se dispuso a buscar la cocina. Pero lo que encontró cuando por fin dio con ella no le agradó mucho. Al otro lado de la habitación se encontraba una mujer rubia con piernas interminables y muy, muy curvilínea, vestida de la manera más exquisita y sexy al mismo tiempo. Todo en ella gritaba dinero, al igual que Trevor, el cual estaba vestido con un traje negro, el cual destellaba por el alto precio. Casi literal.

La rubia con los ojos metálicos se giró hacia ella dándole una mirada desdeñosa. -¿Quién es ella cariño? –Preguntó a Trevor con un tono dulce tan falso como un billete de tres dólares.

Trevor dirigió la mirada hacia ella, pero esta vez no era cálida y hambrienta como la noche anterior, hoy solo estaba la mirada desdeñosa y de superioridad que había mostrado el día anterior cuando se habían conocido. ¡Tan solo un día!

-Ella es un familiar que vino de visita por unos días, pero ya se va. No te preocupes Tatiana… Carly, ella es Tatiana, mi novia. Ella te llevara al hotel en el que hospedas, yo no puedo hacerlo tengo un viaje de negocios al que ir. Me dio gusto saludarte. Si me das el numero de tu cuenta corriente, te depositare un poco de dinero mientras te adaptas a todo y para pagar tu vestido desperdiciado.

Carly no podía sentirse más humillada y despreciada que en ese momento. Eso ganaba por creer en un hombre al cual acababa de conocer. Trataba duramente de contener las lágrimas, pero no podía así que se giró y se disculpó para ir al baño. Todo había acabado, Trevor la había tratado tan tiernamente y tan agresivo al mismo tiempo, todo había sido tan excitante, pero eso fue en la oscuridad de la noche, ahora todo era diferente, él tenía novia, y la vio como era ella en realidad, una chica pasada de peso con la cara linda, solo eso. Una chica con la cual no podría dejarse mostrar en público, porque tenía una reputación que mantener. Él era un chico de revista que necesitaba una chica de portada también, ella en cambio era simplemente una chica del montón, de la clase media que esperaba casarse con un hombre medio y tener hijos mientras vivieran en los suburbios.

Se limpio las lagrimas que estaban derramadas en sus mejillas y se lavó la cara, no valía la pena llorar por un hombre como Trevor Landers, ni siquiera se conocían, solo había sido sexo de una noche, sin sentimientos, sin… besos. Ella los había querido, pero ahora se daba cuenta de que Trevor los evitaba cuando Carly intentaba algo.

Simplemente sexo de una noche, ahora él la mandaba con su novia a su hotel. ¡Qué ironía!

Salió del baño y se dirigió a la cocina con las zapatillas de aguja en la mano. –Estoy lista, ya podemos irnos –Dijo a nadie en particular.

Trevor solo le dio una mirada y después siguió haciendo lo que estuviera haciendo en su laptop.

La mujer tomó el rostro de Trevor y lo besó, lo besó como Carly lo había querido hacer. Ambos se enfrascaron en un caliente beso, y Carly salió de la cocina, ella no quería ser testigo de eso. Porque estúpidamente le dolía, le dolía muchísimo.

Cinco minutos después salió “Tatiana” de la casa con una gran sonrisa desdeñosa. –Hora de irnos “Carly” –Su nombre en los labios de Tatiana sonó obsceno, feo. Pero Carly no se dejaría caer por una serpiente como ella.

Condujeron todo el camino en silencio hasta que Tatiana habló. –Tengo la solución perfecta para que Trevor caiga a mis pies.

-¿Huh? –Fue lo único que logró decir Carly.

-Por favor Carly, se lo que sucedió entre ustedes dos anoche, él tenía una cita conmigo, a la cual no asistió. Pero no te hagas ilusiones, Trevor nunca se dejaría ver con una chica como tú, tan solo mírate, no eres nada su tipo. Él prefiere a las mujeres de mundo como yo, que sepamos lo que hacemos, sepamos complacer a un hombre de muchas maneras, y esa experiencia, a ti te falta cariño. Siento si soy tan honesta, pero es la verdad.

Carly no podía decir nada, estaba totalmente muda, Tatiana sabía lo que había sucedido la noche anterior, pero no estaba consumida por los celos ni tampoco estaba iracunda, al contrario, era tan fría, tan clínica. Ella y Trevor eran tal para cual.

Pronto llegaron al hotel y Carly se bajó del auto sin decir palabra, no necesitaba hacerlo.

Cerró la puerta del auto y Tatiana pisó el acelerador.

Carly caminó hasta la recepción, y la chica que se encontraba allí le dio una mirada calculadora, si, sabía que aspecto debería de tener, pero bueno, ella se lo había ganado.

-Hola, soy Carly Shepard, estoy hospedada en la habitación 230. –La chica tecleó un poco y una mueca se dibujó en su rostro. –Señorita Shepard, usted ya no se hospeda aquí, hace una hora llamó el señor Trevor Shepard para cancelar la reservación, y sus cosas fueron enviadas a Los Ángeles.

-¿Qué? –No podía estar sucediendo algo como eso, ella no tenía dinero para regresar, todo estaba en su maleta. ¿Por qué Trevor le hacía eso? ¿Qué había hecho ella? –Muchas gracias señorita, hasta luego. –Carly caminó hasta la salida y se sentó en la banca que se encontraba en la acera.

Las lagrimas estaban por toda su cara, ¿ahora qué haría? No tenía un peso en la bolsa, no tenía su teléfono. No tenía ropa, ni zapatos. Solo unas malditas zapatillas.

Lloró en silencio por lo que parecieron horas, que maldito era el destino cuando se lo proponía,

De pronto hubo movimiento a su lado, y sintió a alguien que se sentaba junto a ella.

-¿Hola? –Preguntó una voz femenina. Carly levantó la mirada para ver a la recién llegada. –Hola –Dijo sin mucha convicción y limpiándose la cara con las manos.

-¿Cuál es tu nombre? –Dijo la chica morena de cabello encrespado que estaba a su lado. –Carly ¿y tú? –La chica le dio la más dulce de las sonrisas cuando contestó. –Mi nombre es Kenia. Kenia Tyronell, ¿Qué te ha sucedido?

Carly no dudó un momento en contarle su historia. Descartando la noche anterior que pasó con Trevor Landers.

-¿Y si dejas todo? Te hare una entrevista de trabajo ahora mismo. ¿Qué te parece?

-Muy bien –Dijo Carly con una sonrisa.

-¿Sabes cocinar? –Carly de pronto e sentía muy nerviosa, nunca en toda su vida lo había estado, ni siquiera cuando le hicieron la entrevista para entrar a la universidad un año antes. –Se cocinar postres, pero lo demás no se me da muy bien.

-¿Estudiaste repostería? –Carly estaba consciente de que el don de la repostería se lo había heredado su abuela. Al igual que todos los libros que ella había escrito con recetas propias. –No, no estudie repostería en ningún lugar, es algo que se me da de manera natural. Espero que te sea de utilidad.

-Por eso no te preocupes, estoy trasladando mi negocio de postres a Nueva York, aquí no aprecian un arte tan hermoso y tan dulce como la repostería.

-¿Nueva York? –Preguntó Carly escandalizada. Ella tenía una vida en Los Ángeles. Una vida solitaria a decir verdad, sus padres murieron cuando ella estaba en la secundaria, y su abuela murió cuando ella salió de la universidad, así que no había nadie que la esperara, solo sus alumnos. Pero era como si no existiera después de eso. Tal vez sus amigos la entenderían. Claro, ella podía pasar sus cosas a Nueva York, cambiar su cátedra, y trabajar con Kenia.

-Acepto el puesto. Si está disponible.

-Claro que está disponible mujer, ahora vamos por un poco de ropa y dile ¡Hola! A Nueva York. Empezaremos una nueva vida tú y yo.

Bueno, a decirle Hola a Nueva York y a una muy positiva Kenia Tyronell.

 
***
 
CAPÍTULO UNO
 
Diciembre 2010


-¡Mamá! Mamá es Santa. ¿Podemos i mamá? –Carly Shepard era guiada por su hija de cinco años Emily por todo el centro comercial hasta donde se encontraba el dichoso Santa Claus.

-Emily, tenemos que pasar a recoger a tu tía Kenia a la pastelería. –Su hija se detuvo y se giró hacia su madre con los ojos más suplicantes y tiernos que Carly hubiera visto, ella sabía que estaba perdida cada vez que su hija dirigía esa mirada azul a ella, sus largas pestañas y esos ojos de un azul profundo, esos ojos que la hacían pensar en su padre. Aquel hombre que la mandó con su novia a su hotel. Aquel hombre del que estúpidamente en una noche se había enamorado… Carly se sacó a Trevor del pensamiento y bajó la mirada a la chiquilla de tez morena y ojos azules que se hacía llamar su hija. –Emily Leelan Shepard, te he dicho miles de veces que no intentes esa mirada de conejo conmigo-Terminó Carly con una sonrisa, porque sabía perfectamente que caería rendida ante esa pequeña niña.

-Pero mami, tu lo prometiste. –Rogó la pequeña poniéndose de cuclillas. Algo que hacía en lugar de ponerse de rodillas, eso era muy denigrante para ella, según la pequeña y Kenia. Una mujer nunca debe de ponerse de rodillas. Nunca, ese era su lema.

Carly suspiró y se dio por vencida, -Esta bien, pero será solo unos minutos por que tu tía Kenia nos estará esperando para ir a comer. -¡Gracias mami! Eres la mejo. –Carly se cansaba de ayudarle a la pequeña a corregir sus errores al hablar, pero era una pequeña de cinco años. –Mejor. –La corrigió ella.

-Si mami, la mejo.-Dijo la pequeña mirándola por la esquina del ojo -Ahora vamos con Santa.

Juntas caminaron de la mano entre toda la gente que se aglomeraba en los pasillos y en las tiendas.

Alrededor de un gran trineo y de unas no muy infantiles duendecillas, -las cuales parecían sacadas de una revista para caballeros, en opinión de Carly- había muchísimos niños y hombres con las hormonas al tope.

Carly y Emily se colocaron al final de la fila, para esperar su turno. Emily parloteaba sobre cosas que quería pedir a Santa, y Carly la miraba con una gran sonrisa, porque su hija era una niña muy animada y simpática.

Diez minutos más tarde por fin lograron llegar a donde se encontraba el todo poderoso –según Emily –Santa.

-¡Dios! Mami me muero po hablá con Santa, estoy nevosa, -Emily se apretaba sus pequeños dedos ante la expectación de hablar con Santa Claus. Pobres niños, eran tan ingenuos, mientras ellos creían que el sujeto que estaba en el trineo riendo y escuchando sugerencias hacia él y sus renos después se iba al polo norte a fabricar sus juguetes, en realidad se iba a una taberna al final de su turno a beber y quejarse de los malcriados niños que tenía que soportar durante ocho horas. ¿Carly quería regresar a esa ignorancia? No gracias. Tuvo bastante con su infancia. –Se dice nerviosa Emily. –La pequeña solo giró los ojos. Tenía un aire de superioridad que dejaba muda a Carly en varias ocasiones, como en una cosita de cinco años podía caber un carácter de una persona de treinta. Su profesora en el jardín de niños decía que era una niña demasiado adelantada para su edad. Y tenía razón.

-Es tu turno pequeña –Dijo una -porno-duendecilla a Emily. Carly se quedó en el extremo del trineo viendo de cerca a Emily.

-Tiene una niña muy hermosa señora… -El tipo con el traje de Santa Claus dijo mientras se quedaba viendo fijamente a Carly, quien se dedico a ignorarlo, los hombres siempre veían lo mismo, sus pechos. Eran demasiado grandes para su gusto. Años antes todo había estado balanceado en ella, los pechos grandes, estomago grande. Pero después de tener a Emily y estar en peligro por obesidad, su médico decidió ponerle dietas. Había bajado de peso, si, pero no de una manera exagerada. Pero ahora todo lo que los hombres podían ver era su busto. Malditos pervertidos, pensaba Carly.

-¡Santa! No veas los… -la pequeña se quedó pensando durante unos momentos –los pechos de mi mamá, mi maestra dice que es grosero. –Terminó a pequeña negando con su dedo índice hacia el sujeto. -¡Emily! ¿Cuántas veces te he dicho que no menciones eso? –La reprendió Carly muy avergonzada.

-Yo, eh… -Santa Claus no terminó por qué Emily continuó hablando. -¿Has visto esa nueva muñeca que sale en la televisión? ¿Fashion Fiver? Quiero que esté en mi árbol navideño. Mamá, la tía Kenia y yo vamos a i a escogelo más tade. Además, también quiero otra cosa… -Dijo mientras se acercaba a Santa, pero Carly escuchó claramente lo que su hija pidió. –Quiero que me traigas un papá, po que el mío no vino nunca a mi casa.

-Si te portas bien Emily, te traeré la muñeca Fashion Fiver que quieres y puede que te traiga un papá, pero tienes que dejarme galletas y leche, esa es la condición que te pongo. ¿Tenemos un trato?-Preguntó el sujeto mientras extendía la mano, La pequeña pareció pensarlo durante un momento. –Tenemos un trato Santa.

Emily se bajó de la rodilla de Santa y se dirigió a Carly, pero antes de seguir, se giró nuevamente a Santa. –Quiero un papi que su nombre empiece con b, con esa letra empieza el nombre de mi papá.

-¿Cómo se llama tu papi pequeña? –Preguntó Santa Claus.

-Mi mami dice que se llama bastardo, ¿verdad mami?

-¡Emily!

***
 
CAPÍTULO DOS
 
Trevor trataba de ponerse el maldito traje, tenía poco tiempo y tenia miles de personas a las que impresionar, o por lo menos tratarlo. Su amigo Antoni, quien era el dueño de uno de los centros comerciales más visitados en todo Nueva York, había apostado con él en un juego de futbol americano, el perdedor tendría que saltar el obstáculo de enfrentar a personas revoltosas, y obviamente él había sido el maldito perdedor.


Cuando se terminó de poner el traje, siguió con las botas, las cuales le quedaban grandes. Solo a él le tenía que pasar, si, perder una apuesta en la que los equipos de futbol estaban integrados por mascotas y vestirse de Santa Claus y trabajar para Antoni durante una semana completa.

-Santa, apresúrate ya abrieron. –Dijo un sujeto vestido de duende desde la puerta del baño. Se miró en el espejo y gimió audiblemente. Él mataría a Antoni cuando todo terminara.

Se encaminó hasta el enorme trineo que estaba en la mitad de la plaza principal de centro y se sentó a sonreír.

Eso no podía ser tan difícil después de todo ¿verdad?

***

Después de cinco horas de estar sentado dejando que niños de todas las edades se sentaran en su rodilla izquierda y estar escuchando quejas sobre maestros, pasar un poco de hambre y algunas crisis de niñas que le tenían miedo, Trevor se dio cuenta que si era difícil trabajar como Santa Claus.

Para la una de la tarde quería irse a su casa y tomar una larga y caliente ducha. Una pequeña caminó hacia él con aire decidido, la pequeña era de tez morena y los ojos azules, a su madre la había dejado atrás. Se acercó a él y le dio la sonrisa más dulce que Trevor hubiera visto en toda su vida.

Levantó la vista hacia la madre –Tiene una niña muy hermosa señora… -No pudo continuar por que ante él estaba una mujer que le era familiar y desconocida al mismo tiempo. Nada más y nada menos que Carly Shepard, la chica con la que se había divertido y a la cual quería pedirle disculpas por haberla herido de la manera en que lo hizo. Estaba mucho más bella que aquel día, el día en el que… -¡Santa! No veas los… -lo reprendió la pequeña lémur, pero se quedó pensando durante un momento con la pequeña lengua fuera de sus labios –los pechos de mi mamá, mi maestra dice que es grosero. –Terminó a pequeña negando con su dedo índice hacia él. Y Trevor casi se traga la lengua al escucharla, ella había creído que estaba viendo los pechos de su madre, pero que bonitos y grandes… -¡Emily! ¿Cuántas veces te he dicho que no menciones eso? –La reprendió Carly con el rostro rojo de la vergüenza.

-Yo, eh… -Trevor no terminó por qué la pequeña lémur llamada Emily continuó hablando. -¿Has visto esa nueva muñeca que sale en la televisión? ¿Fashion Five? Quiero que esté en mi árbol navideño. Mamá, la tía Kenia y yo vamos a i a escogelo más tade. Además, también quiero otra cosa… -Dijo mientras se acercaba a su oído–Quiero que me traigas un papá, po que el mío no vino nunca a mi casa.

-Si te portas bien Emily, te traeré la muñeca Fashion Fiver que quieres y puede que te traiga un papá, pero tienes que dejarme galletas y leche, esa es la condición que te pongo. ¿Tenemos un trato?-Preguntó a la niña que le era familiar y extraña mientras extendía la mano, La pequeña pareció pensarlo durante un momento. –Tenemos un trato Santa.

Emily se bajó de la rodilla de Santa y se dirigió a su madre, pero antes de seguir, se giró nuevamente hacia él. –Quiero un papi que su nombre empiece con b, con esa letra empieza el nombre de mi papá.

-¿Cómo se llama tu papi pequeña? –Preguntó Trevor con una sonrisa.

-Mi mami dice que se llama bastardo, ¿verdad mami?

-¡Emily!

-Wow, bueno, hay demasiados papis que se llaman así pequeña, pero no te preocupes, tal vez yo encuentre uno para ti. –La pequeña lémur regresó y lo abrazó fuertemente. –Muchas gracias Santa –Le susurró al oído.

Salió corriendo hacia Carly y se fueron caminando de la mano. Se veían tan bien juntas. Mala suerte que a Carly le hubiera tocado un mal marido, Trevor hervía de coraje cada vez que veía a un hombre golpeador. Él trataba lo mejor que podía, para controlar su temperamento con sus empleados, pero jamás, nunca le pondría una mano encima a una mujer o un niño. No era ese tipo de hombre.

Algo en el piso llamó la atención de Trevor, se agachó y encontró un pequeño cuaderno con dibujos en el.

No tenía tiempo para verlo en ese momento así que lo guardó en su bolsillo y siguió con su trabajo.

***

Por la noche totalmente adolorido se dirigió a su departamento, -Esto me recuerda no volver a apostar contigo Antoni, el trabajo de Santa es demasiado fácil me dijiste, siento que mi rodilla va a explotar, camino y siento que me derrumbare. –Se quejaba Trevor por teléfono.

-Tu recuérdame no volver a hacerlo, te quejas demasiado. –Respondió su migo al otro lado de la línea.

-Como digas, ahora me tengo que ir Antoni, necesito una ducha.

-Muy bien, nos vemos en año nuevo amigo. Lo mejor de todo es que aún faltan quince días para año nuevo. Espero que se te haya pasado el mal humor para esas fechas amigo. Cuídate.

Trevor se quitó el estúpido traje de Santa Claus, había sido todo un reto conducir con la maldita cosa, pero fue un triunfo cuando lo logró.

De su bolsillo cayó el pequeño cuaderno de la niña lémur y lo tomó.

Dentro del cuaderno había dibujos muy coloridos y difusos intentos de una niña de cinco o seis años que intentaba escribir. Trevor siguió pasando las paginas y sintió un duro nudo en el pecho, ver dibujos de un niño pequeño lo hacía sentirse muy solo, sin familia, tenia amantes, si, pero quería algo más.

Llegó al final del cuaderno y había anotado ahí una pequeña inscripción.

Si encuentras este cuaderno favor de comunicarte con Emily Leelan Shepard, Kenia Tyronell o Carly Shepard, 567-7853210, #320 B Brooklyn.

Trevor sonrió ante la caligrafía hecha deprisa. Apostaba diez dólares que se trataba de la letra de Carly. Ella y su pinta de mujer moderna que vivía demasiado rápido. Recordó nuevamente su rostro, el cual era mucho más maduro, y qué decir de su cuerpo, Trevor se la había querido comer en ese momento, pero se recordó que probablemente ella lo odiaba y bien merecido lo tenía por como la trató. Además ella tenía una hija, había sido de otro hombre después de que fue suya. Así que no tenía por qué importarle.

Dejó el cuaderno a un lado y se dirigió a la ducha, él tenía que sacarse a la señora Shepard y a su pequeña hija lémur del pensamiento.



***

Después de la ducha aun no podía sacarse de la cabeza a Carly Shepard y sus curvas tentadoras. ¿Y si regresaba el cuaderno a la dirección que estaba escrita? ¿Cómo lo recibiría Carly?

Decidió terminar con las horribles preguntas de su cabeza y se dirigió a la casa de Carly.

Siguió al pie de la letra las instrucciones de un hombre que pasaba por la calle, le aseguró que no se perdería, pero había fallado el sujeto, el se había perdido varias veces, pero por fin una hora después logro llegar a la pequeña casa adjunta que estaba señalado con el numero 230 B.

Tocó el timbre de la puerta dos veces pero nadie respondió, así que decidió tocar con los nudillos. Minutos después la puerta se abrió dejando ver a una pequeña niña de tez morena y unos enormes ojos azules de lémur. La cual tenía el ceño fruncido en señal de enojo. -¿Quién eres tú? Estaba viendo tele –Preguntó viéndolo de arriba abajo.

-Vine a entregarte algo que te pertenece. –Dijo Trevor poniéndose de cuclillas para poder estar al nivel de sus ojos.

-¿Qué cosa es? –Una tierna sonrisa con hoyuelos en las mejillas apareció cuando hizo la pregunta. Pero antes de que pudiera contestar la pequeña lo jaló dentro de la casa casi tirándolo al piso. -¡Cristo! Pequeña, ¿Por qué hiciste eso?

-Mami dice que no hable con personas extrañas. Y que no salga de casa.

-Estas metiendo a una persona extraña en tu casa.

-Pero tú me estas devolviendo algo mío. –Vaya, tenía un punto la pequeña lémur.

-Siéntate, mami está en la ducha, después ponemos el árbol de navidad. –Trevor imaginó a Carly en la ducha, ella estaría gloriosamente desnuda, como aquella noche en la que hicieron el amor… -Pondremos –La corrigió Trevor.

-¿Tu también? –Preguntó la pequeña lémur con los ojos muy grandes, esos grandes ojos azules rodeados de enormes pestañas negras, unas pestañas que eran muy familiares, por unas pestañas igual de largas se había ganado miles de burlas cuando era niño, y combinado con sus ojos de color azul, lo hacían parecer una chica… ella era la misma imagen de él cuando era niño, pero en femenino… Las alarmas sonaron en la cabeza de Trevor, pero en lugar de alarmarse, sintió un alivio profundo en su pecho, si lo que estaba pensando era cierto… -No, así es como se dice. Pondremos.

La pequeña lémur lo vio por la esquina de su ojo –Si lo que digas. ¿Qué es lo que tienes para mí?

-Esto –Dijo Trevor mientras sacaba el pequeño cuaderno de su abrigo.

-¡Lo encontraste! Muchas gracias nuevo amigo. –La chiquilla se lanzó a sus brazos como si él hubiera hecho la cosa más maravillosa del mundo. –De nada lémur.

-¿Lému? –La chiquilla abrió los ojos como platos e inclinó la cabeza.

-Lémur, pequeña. Es que tienes los ojos más hermosos que he visto, y tan grandes como los lémures.

-Oh –Fue la única respuesta de la niña mientras se ponía de color rosa.

-¿Cuántos años tienes? –Preguntó Trevor. Su sonrisa una vez más fue tímida.

-Tengo cinco. –Dijo mientras mostraba los cinco dedos de su mano derecha. –Y Santa me va a trae la nueva muñeca. Fashion Five, ¿la has visto en la tele?

-¿La muñeca Fashion Fiver? Creo que si la he visto. ¿Y qué más le pediste a Santa?

-Le pedí un papi.

-¿Emily donde estas cariño?

-¡Hay! ¡Es mami! Si se entera que hay un seño en casa me castigara.

-¿Tienes problemas con la R?

-¿Emily? –La pequeña estaba saltando en sus pies viendo a todos lados. –Escóndete en la cotina.

-¿En dónde? –Preguntó Trevor contagiado repentinamente por el pánico de Emily. Tenía ganas de reír y de correr al mismo tiempo, pero tenía que esconderse detrás de la maldita cortina, ¿o se llamaba cotina?

-Coe, coe, coe. Viene mami.

-¿Coe? ¿Qué es eso? –Pero Trevor ya estaba corriendo a esconderse.

-¿Emily con quien hablabas?

-Con nadie mami.

-Emily… ¿Qué me estas ocultando? –Trevor alcanzaba a ver solo a Emily, quien estaba viendo en su dirección cada pocos segundos. Al parecer Carly supo a donde estaba dirigida la mirada de la pequeña y se dirigió a la cortina.

-¡Nuevo amigo! ¡Mami nos descubrió! ¡Coe, coe, coe! –Gritaba la pequeña mientras corría alrededor del sofá con las manos al aire.

-¿Quién está escondido detrás de la cortina Emily? –Preguntó una vez mas Carly, oyéndose muy amenazadora.

-No sé cómo se llama mami.

Carly jaló la cortina revelando el escondite de Trevor. La cara de ella no podía ser mas cómica. Su boca estaba abierta y tenía los ojos abiertos como platos.

Trevor podía morir en ese momento viendo los hermosos ojos de Carly, pero entonces recordó que ella no le había dicho acerca de su embarazo, pasaron cinco años, tuvo muchas oportunidades para buscarlo y decirle acerca de Emily.

Compuso su rostro y mostró una fría mirada hacia la mujer que momentos antes había calentado algo dentro de él.

-¿T-tu qué haces aquí? –Preguntó la insolente mujer mientras tomaba a su hija de la mano.

-¿Tu qué crees? –Preguntó Trevor con una dura mirada.

1 comentarios:

Beluchiss dijo...

holaaaa guauuu quee intensoo este comienzoo y estos capiss...ahh trevorr se portoo pesimo conn ella por dioss me dieronn ganbas de darlee un buen golpee!!!! pobre carly !!!y ahoraa el ya cayoo que emily es su hijaaa estoy ansiosa por leer la cpntinuacionnn para ver que sucedee...!!! nos leemos!!!!!!!!!

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