-Las cosas no deben de hacerse así, Kelly. Sé que no lo haces a propósito, pero entiéndeme por el amor de dios… ¡No! Por supuesto que no lo hice con esa intención, yo quería llamarte, pero no pude… ¡Por supuesto que no! ¿Cuántas veces quieres que te lo diga?
Evan Shawn trataba de explicarle a su hija la situación por la que estaba pasando, pero no lo estaba logrando mucho.
-Kelly, tu madre solo vive a treinta minutos de distancia, puedes visitarla todos los días si quieres. Pero no es necesario que te pongas en ese estado. No te llamé por qué no tuve tiempo recuerda eso, yo también tengo un trabajo como Sean… no estoy criticándolo, solamente digo que tengo un trabajo y no puedo salirme de él todo el tiempo… tienes diecisiete años Kelly, entiéndeme por favor. Decidiste vivir sola, y ahora no lo soportas. Regresa a casa de tu madre si es lo que quieres.
En ese momento tocaron a la puerta.
-Tengo que irme hija, llamaré pronto, lo prometo.
Evan suspiró. Desde que se separó de Julia hace dos años, había tenido el mismo problema con su hija, quería pasar más tiempo con él, pero nunca lograban ponerse de acuerdo en sus respectivas actividades, así que solo llamaban para saludarse. Y a Kelly le enervaba esa situación.
Kelly en realidad no era suya, pero la quería como tal, conoció a Julia una tarde de invierno diez años atrás, él rápidamente se encariño con ella y cayó estúpidamente enamorado de Kelly, que en ese entonces tenía siete años.
Julia y su hermana habían tenido un futuro prometedor, hasta que el bastardo que era su padre, las había dejado en la ruina, al irse con su secretaria a las Vegas y dejar miles de deudas a su paso.
Sin conocerlo, Julia, que era un año menor que él en ese entonces, tan solo contando con diecinueve años de edad, le contó toda su vida, el maltrato que había sufrido su madre a causa de su padre, lo que la había llevado a la muerte, y la falta de cariño que habían padecido ella y su joven hermana.
Teniéndolo todo pero no tendiendo nada.
El rápidamente se enamoró de ella y de la pequeña Kelly a la cual adopto como su hija varios años después.
Con Julia no era un amor sexual, era un amor puro y hermoso. Algo que los unía más allá del sexo. Su relación nunca se basó en eso, siempre fue en la comprensión y en el respeto.
Después de todo lo que había vivido antes de Julia y Kelly…
-Señor, ¿puedo pasar? –No se había dado cuenta que había dejado a su secretaria Noemí, en la puerta.
Sacudió la cabeza para poder despejarla y suspiró.
-Sí, adelante Noemí. ¿Qué sucede?
-Tengo las carpetas de los nuevos clientes, señor. ¿Quiere verlas o se las paso a Dennis?
-Dámelas, yo las reviso en unos momentos, ¿llegaron nuevos candidatos?
-Si, en estos momentos están haciendo el examen físico en el gimnasio con Jeremía.
-¿Cuántos son?
-Cerca de treinta.
-Mas que perfecto, últimamente estamos bajos de números. Con la mayoría de los chicos en Egipto, y los demás dispersos por todo el mundo, nuestra matriz no cuenta con suficientes elementos.
Noemí sonrió con aquella característica y angelical sonrisa que podría derretir a cualquier hombre.
Eran los mejores amigos del mundo, pero ella había insistido, que si iba a ser su secretaria tenía que tratarlo como un jefe y no como su mejor amigo, fuera del trabajo regresaría su relación natural.
-Tiene razón señor, quien iba a decir hace ocho años que tendría una de las empresas de seguridad más importantes en Nueva York y Los Angeles.
-Noemí, ya sabes que puedes llamarme por mi nombre, somos amigos, los mejores amigos de hecho.
-No Evan, aquí eres mi jefe, nada cambiará eso. Además sabes que tenemos mucho trabajo como para hablar de esto nuevamente.
Evan suspiró y asintió. –Tienes razón Noemí, pero seguiré insistiendo y lo sabes ¿verdad?
-Lo sé, pero siempre me seguiré negando. –Contestó ella con una sonrisa cálida.
Dicho esto se retiró a su escritorio fuera de la oficina, y Evan se dedico a examinar las cuatro carpetas que tenía en su escritorio. Dos de ellas eran de dos políticos en Washington, a cada uno de ellos les asigno a sus dos mejores quipos. El tercero era de Los Angeles y el ultimo de… Arizona.
Evan se frotó los ojos con los talones de las manos. Como echaba de menos el clima cálido de Arizona. Pero se había prometido a si mismo nunca regresar ahí. Todo lo que una vez tuvo ahí se había caído, se había hecho pedazos con el sabor de la traición.
Su teléfono celular sonó después de diez minutos de haber abierto la tercera carpeta.
- Shawn –Ladró Evan.
-Papá, soy yo de nuevo, quería disculparme contigo, no debí hablarte como lo hice, no estuvo bien –La voz de Kelly se escuchaba culpable y parecía que acababa de llorar.
Esto destruyó completamente las defensas de Evan.
-No te preocupes por nada, dulce. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, solo me sorprendiste un poco al decir que te ibas de casa tan pronto.
-Lo siento.
-No quiero que te sigas disculpando Kelly, es más, voy por ti y nos vamos a comer, o algo. Y el sábado te ayudo a decorar, pintar o lo que sea en tu nueva casa, ¿Qué te parece?
-Me parece perfecto papá, muchas gracias por comprenderme.
-No hay problema, salgo para allá.
Después de colgar, Evan puso el nombre de Thorn en la carpeta que estaba leyendo y descuidadamente el suyo en la cuarta, y salió para encontrarse con su hija.
-Regresa las carpetas a los solicitantes Noemí, y avísales los horarios, y todo lo demás, ya sabes la rutina. Comeré con Kelly, mañana comeremos juntos, ¿Entendido?
-Si señor –Contestó esta, a lo que Evan suspiró y le dio una sonrisa.
-Nunca cambias.
2 comentarios:
holaaaaa ahhh que excelentee este primerr capiii!!! bueno aqui sabemos un pocoo de la vida de Evan estoy muy emocionadaa con esta historiaaa!!!!! me voy a leer el capii que le siguee!!!!
Uff, pobre Evan un poco estresante su vida no? me gusta el personaje , eso de quedarse con una niña que no es suya y cuando tenía siete dice mucho de él. La historia promete . a leer a leer .
Saludos .
Judith
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